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trasciende al espacio de intercambio, en-
cuentro, diversidad, poder y participación
que se construye socialmente en el terri-
torio. El espacio público hace referencia
al espacio compartido, al espacio común,
al espacio de conquista social. Analógica-
mente desde la escala de la vivienda ven-
dría a representar el rol de la sala, el come-
dor y los pasillos. Técnicamente, el espacio
público corresponde a lo que se encuentra
después de los límites de la propiedad pri-
vada; tales como: parques, plazas, plazole-
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cones, calles, banquetas y demás zonas de
la ciudad que son de uso colectivo.
Para Borja (2003), en el espacio público
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tural; la primera, debido a que se encuen-
tra un actor que regula su funcionamiento,
como la administración gubernamental; y
la segunda, porque es un lugar de relación
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taria. El mismo autor señala que el espacio
público se caracteriza por su accesibilidad,
lo que lo dota de centralidad; y en cuanto
a su calidad, se puede evaluar a partir de
la intensidad de las relaciones sociales que
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cación simbólica que promueve.
Sumado a lo anterior, Segovia y Oviedo
(2000) consideran que el espacio público
discursos y encuentros de ideas; logrando
satisfacer necesidades urbanas que sobre-
pasan los límites de los intereses indivi-
duales a los colectivos. Adicionalmente, los
autores mencionan que el espacio público
mayor intensidad la crisis de la ciudad,
convirtiéndolo en un elemento fundamen-
tal del desarrollo que promueve una vida
social más plena, digna y solidaria. En este
espacios públicos y entre más cualidades
ofrecen, mejor será la vida en la ciudad;
por ello, hay que apostarle a la humaniza-
ción de estos espacios.
Por su parte, Oviedo y Abogabir (2000),
enfatizan en que los procesos de partici-
pación ciudadana son primordiales para
el logro de espacios públicos de calidad,
el intercambio de ideas, opiniones y pro-
puestas, permiten comprender la variedad
de perspectivas y con ello, aunar visiones
para el establecimiento y adecuación de
espacios óptimos que respondan a las
necesidades y a las realidades urbanas.
El asunto de la participación comunitaria
público implica un cambio cultural que
debe seguir impregnándose en los actores
apropiación y responsabilización del es-
pacio (Oviedo y Abogabir, 2000).
Volviendo a Borja (2004), dentro de la
dialéctica entre espacio urbano y espacio
político, el espacio público puede enten-
derse como 1) infraestructura de integra-
ción y redistribución social, 2) como espa-
cio polivalente y de intercambio, y 3) como
resultado de políticas para producir ciu-
dad. En relación con el primer ítem, la do-
tación de infraestructura y equipamiento
pueden dualizar o articular a la sociedad
y con ello, incidir en su calidad de vida; en
mismo impacto gestionar un museo con
programas de ocupación para jóvenes que
PRAGMA, Año 02, número 03, octubre 2023-marzo 2024, pp.13-28
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URBANISMO