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Otro eje indispensable es la participa-
ción ciudadana en la toma de decisiones
urbanas. Involucrar a las comunidades en
la planeación, diseño y gestión de sus es-
pacios fortalece el sentido de pertenencia,
fomenta el cuidado colectivo y mejora los
resultados de las intervenciones urbanas.
Esta práctica ha demostrado ser efectiva en
diversas ciudades del mundo, y puede con-
vertirse en una herramienta poderosa para
revitalizar espacios deteriorados o exclui-
dos en el contexto mexicano (Low, 2020).
La innovación arquitectónica debe ocu-
par un lugar central en el desarrollo urba-
nuevas tecnologías, sino también diseñar
proyectos que respeten el entorno natural,
recuperen elementos de identidad local y
utilicen materiales sostenibles. Como indi-
ca la OCDE (2021), los proyectos urbanos
exitosos son aquellos que responden a su
contexto y promueven un equilibrio entre
funcionalidad, estética e integración social.
Discusión.
Los resultados analizados demuestran
-
mación se respalda en enfoques teóricos
que abordan la justicia espacial, el diseño
centrado en el usuario y la sostenibilidad
urbana. La comparación entre ciudades
-
ción exitosas — como el caso de Copen-
hague — y otras en las que este enfoque
-
nes urbanas de México, revela diferencias
marcadas en cuanto a integración social,
accesibilidad, calidad ambiental y funcio-
nalidad del espacio público.
David Harvey, en su Teoría de la Ciudad
Justa (2018), sostiene que el espacio urba-
no debe responder a criterios de equidad y
permitir el acceso equitativo a los recursos
comunes. Las ciudades que han adoptado
principios de justicia espacial, según los
hallazgos, muestran una mayor cohesión
social, ya que los ciudadanos se sienten
reconocidos como parte activa del territo-
rio. Este sentido de pertenencia y partici-
pación mejora la relación de los habitantes
con su entorno y favorece el cuidado de los
espacios compartidos.
Por su parte, Jane Jacobs (2017) y Ri-
chard Sennet (2018), destacan que el es-
pacio público debe propiciar la interacción
en el diseño. En contextos donde estas
ideas han sido implementadas, se observa
un uso más activo del espacio urbano, así
como una mayor apropiación por parte de
las comunidades. Sin embargo, en ciudades
mexicanas, muchas de estas condiciones
aún están ausentes, lo que contribuye a la
fragmentación social y a la desvalorización
del espacio colectivo (ONU-Hábitat, 2022).
Desde una perspectiva sostenible, la
Agenda 2030 de las Naciones Unidas
(ONU, 2015; ONU-Hábitat, 2023) insiste
en que las ciudades deben ser resilientes,
inclusivas y ambientalmente responsa-
bles. Las urbes que integran el entorno na-
tural con una visión de largo plazo, como
ocurre en Copenhague o Ámsterdam, logra
mejores indicadores de salud, bienestar y
percepción de seguridad. En contraste, la
-
mericanas ha derivado en contaminación,
perdida de biodiversidad urbana y dete-
rioro de la calidad ambiental.
PRAGMA, Año 04, número 07, octubre 2025-marzo 2026, pp. 4-14
hps://pragma.buap.mx
ISSN: 3061-7464
ARQUITECTURA